El deber y el querer.

El deber y el querer.

Fragmento tomado de la obra:

PASIÓN POR MI VIDA (PASSION FOR MY LIFE)
AUTORES: JORGE DUQUE GÓMEZ Y BEATRIZ GÓMEZ MOLINA

 

¿Qué es para ti el deber? Quizá no es tan sencillo definirlo. Esta palabra es tan común, desde nuestro observador como entrenadores y facilitadores, puede llegar a convertirse, en muchas ocasiones, en un enemigo imposibilitador para el logro de nuestros objetivos y metas. Esa palabra “deber” (debo trabajar en cualquier cosa, debo cuidar, debo tener, debo hacer, debo responsabilizarme, debo. ., debo. .), adopta disfraces, se camufla en nuestro pensamiento, para separarnos, en muchas ocasiones, de nuestros objetivos, pasiones y metas, y de esta manera no ser identificado fácilmente en nuestros autosabotajes y así se hace cargo de regir buena parte de nuestros comportamientos cotidianos.

Podríamos decir que el deber es esa sensación interna, que nos indica que estamos obligados a actuar de determinada manera en ciertos momentos aún sin querer realizar cualquier acto a favor de esa causa.

Para muchas de las personas que hemos encontrado en nuestras experiencias las acciones que realizan a favor del deber son fáciles de identificar y, para otras, al contrario, suele ser muy confuso, pues esa línea entre lo que les gusta hacer y lo que deberían hacer, se ha hecho muy delgada y, en muchas ocasiones, no identifican adecuadamente, cuáles son aquellas cosas que hacen diariamente sin disfrutarlas en absoluto.

Si tu alguna vez has sentido que te identificas con expresiones o sentimientos como: “nunca puedo hacer lo que realmente quiero”. “A veces no sé qué quiero”. “A nadie le importan mis deseos”. “Todos me pisotean”. “Nada de lo que hago sale bien”. “Siento que no vivo la vida”, etc., probablemente, estás en la situación en la que no tienes claridad sobre lo que realizas en tu vida realmente como lo quisieras.

Podrías decir, con razón, que todos debemos realizar, necesariamente, cosas que no tienen nada de placentero, como entregar a tiempo un trabajo que nos desagrada, sacar nuestra mascota, especialmente cuando hemos tenido un día difícil, asistir a las reuniones del colegio de nuestros hijos cuando el profesor es un pelmazo que se sienta en la palabra sin decir nada importante, ocuparnos del pago de los impuestos al gobierno con todo es infernal papeleo, y muchas otras más que llenan nuestra vida, y, efectivamente al definir lo que es el deber necesariamente si queremos que nuestra vida funcione.

El deber sería aquello por lo cual, el ser humano se siente obligado a hacer algo determinado, ya sea por la religión, las leyes o la conciencia.
Para clasificar esos “debería” de tu vida, podrías empezar por elaborar una lista de cosas que, consideras que es tu deber realizar ya que, de no hacerlas, ello te haría sentir mal, o su omisión te acarrearía serios problemas en tu vida cotidiana.

Observarás que las cosas realmente vitales por hacer, son unas cuantas, te invitamos a que las tengas en cuenta y las pongas aparte y una vez sean claras para ti, escríbelas en un papel, identificándolas como acciones necesarias para subsistir y desempeñarte como sujeto dentro de una comunidad. Al identificar lo que realmente hacer por deber, pasa a ocuparte de esas otras cosas restantes de tu listado, que haces solo porque sientes que son tu deber y que quizá, hasta ahora, identificas que no son parte de tus responsabilidades en la vida. Léelas detenidamente. Vas a encontrar que algunas de ellas, en verdad, no son necesarias y, además, no te hacen feliz, algunas te aburren, otras te producen enojo, te deprimen, o no te generan un ápice de emoción, pero, las has venido haciendo hasta ahora porque: -Alguien espera que tú las hagas.
-Alguien te lo ordenó, alguna vez.
-Consideras que todo el mundo lo hace y quien no lo haga está mal visto.
-Eso es lo que se espera de ti.
-No te atreves por miedo a dejar de hacerlo.
Y podrías añadir miles de razones que en realidad encuentras, que NO constituyen un motivo realmente valedero para ti.

Esto te lleva a determinar claramente, quizá por primera vez, aquellas cosas que, hasta ahora, habías sentido que debías hacer, pero que después de esta reflexión encuentras que son cosas que jamás hubieras querido hacer por ti mismo y que, al hacerlas, solo buscas complacer a alguien.
Procede a copiar una a una en tu cuaderno de notas. Cuando las tengas escritas, te sugerimos leerlas varias veces y reflexionar en los sentimientos que cada una de estas cosas te genera, anotándolos a un lado.

Puedes encontrar que algunas de ellas, te producen, como mencionamos, desánimo, rabia, tristeza, franca pereza y que, en suma, ninguno de esos sentimientos te produce una sensación motivante, agradable o deseable.

La pregunta sería, en ese orden de ideas: ¿es necesario que las conserves en tu lista de cosas que debes hacer? ¡Por supuesto que no! Continuar haciendo o pretender hacer cosas que solo hago por obligación, no tiene ningún sentido.
Este es el momento de, una vez identificadas, sacarlas de tu vida de una buena vez. Objetivos que no te producen alegría ni placer, no tiene sentido conservarlos. A veces puede resultar difícil desprenderse de esos objetivos, porque algunas personas, a pesar de todo, se aferran a ellos, resultándoles complicado sacar el deber de su vida, ya que se han acostumbrado a comportarse siempre en función de la obligación, y se vuelve para ellos una costumbre poco fácil de eliminar. Hemos observado que esto ocurre con algunas personas durante nuestros seminarios, siendo casi revelador el momento en el cual comprenden que ya no es necesario seguir haciendo ese tipo de cosas que no les traen felicidad, pero que han hecho por años. Es emocionante para ellos y para nosotros como facilitadores, observar ese momento en el cual, es como si se abriera para ellos una puerta que, por años, siempre había estado cerrada y detrás de la cual descubren un mundo de posibilidades que no se permitían contemplar.

Una vez identificadas y eliminadas de tu lista de objetivos de vida, estas cosas que haces por obligación o deber y que ya tienes claro que no te producen ningún placer, tendrás más claridad para enfocarte en lo que realmente puedes hacer, léase bien: ¡puedes, no debes! Hacer este ejercicio en conciencia te producirá una sensación de quitarte un peso de encima, algo verdaderamente liberador, te alivia y te permite, como ya se dijo, centrarte, por fin, en aquellas cosas que realmente puedes realizar. En este punto, puedes hacer un alto para aprovechar y replantearte algunas cosas, que es posible que quieres conservar como objetivos a lograr, dado que te benefician, pero que, sin embargo, hasta ahora, no has podido realizar, por falta de disciplina.

Un ejemplo clásico de este tipo de situaciones, podría ser el objetivo de perder peso, o hacer una rutina semanal de ejercicio en un gimnasio, cosas que solemos proponernos, casi siempre, a comienzos de cada año, en las cuales, mucha gente se desgasta inútilmente, luchando al tratar de hacerlas durante un cierto periodo de tiempo, para irlas abandonando, lamentablemente, poco a poco, por pereza.

Otro caso similar, podría ser el objetivo de aprender un segundo idioma, proceso que para muchas personas suele seguir la misma suerte del anterior ejemplo. ¿Qué puedes hacer si pese al fracaso, te niegas a abandonarlos como objetivos, porque eres consciente de que son importantes? Puedes llevar años poniéndolos como metas en tu vida, sin que, hasta ahora, hayas podido lograr algo efectivo, porque sencillamente las percibes como actividades que debes realizar, pero que no te motivan ni te emocionan. Te proponemos renegociarlas contigo mismo. La renegociación consiste en otro sentido al objetivo inicial, por ejemplo, ya no enfocarte en perder peso asistiendo a un gimnasio, sino en cuidar de tu salud, lo cual puede ser más estimulante o atrayente para ti. En ese orden de ideas, podrás diseñar una serie de actividades tendientes a lograr ese nuevo objetivo, como, por ejemplo, en el caso de querer bajar de peso o seguir una rutina estable en un gimnasio, tu meta será reformulada como: “quiero estar más saludable”, por lo tanto, te vas a enfocar en comer más balanceado, más sano, escogiendo alimentos que te nutran realmente, sin que tu principal preocupación sea evitar las calorías. O, en vez de pretender asistir regularmente a un gimnasio, tu nueva meta será mantener tu cuerpo joven y activo mediante actividades que te diviertan y te agraden, como patinar, montar en bicicleta, caminar con amigos dos o tres veces por semana, aprovechando para disfrutar de su compañía.

¿Te das cuenta, cómo de esta manera podemos seguir realizando aquellas cosas que son prioritarias de hacer? Has encontrado el placer, la diversión, el disfrute en ellas, dándoles un nuevo sentido, cambiando el enfoque, eliminando así el mortificante deber.
Ahora bien, hechos estos tres ejercicios anteriores, habrás podido determinar:
-Aquellas cosas que debes hacer necesariamente.
-Aquellas que ya tienes claro, que no son indispensables y que no deseas seguir haciendo, puesto que no provienen de tu deseo genuino de realizarlas, sino de complacer a otra persona y te hacen infeliz.
-Algunas que te generaban resistencia pero que, prioritariamente, debes seguir realizando, ya bajo otro enfoque, que te permitirá empezar a disfrutarlas.
En este momento, ¡déjanos felicitarte!, pues, has hecho la tarea más difícil, lo que sigue suele ser muy sencillo para la mayoría de las personas.

La tarea siguiente consiste en elaborar una lista nueva, que contemple muchas opciones, de aquellas cosas o actividades que sí te producen felicidad. Para ello, si nos permites, quisiéramos que antes, reflexionáramos un poco sobre el concepto de felicidad porque, por raro que pueda parecer, para ciertas personas con ciertos patrones muy rígidos, o habituados a vivir bajo una férrea disciplina, puede no ser aún, suficientemente claro – según hemos observado -, determinar qué es aquello que les produce placer realizar… habitados comúnmente a regirse en su vida por el deber, no permitiéndose experimentar, explorar, sentir.

Por: Jorge Duque Gómez y Beatriz Gómez Molina

Reconocidos LÍDERES transformacionales, conferencistas y Biocoach