CUANDO TODOS OPINAN

CUANDO TODOS OPINAN

J. Arturo Londoño F. En su obra EMPRESAS DE FAMILIA
CAPÍTULO 16 CUANDO TODOS OPINAN (fragmento)

AHORA TODOS OPINAN

Llega el tiempo más complejo de manejar, el tiempo en el que todos creen tener la capacidad de opinar, los proyectos crecen o cuando menos maduran y se van transformando lentamente en una especie de bien común, una propiedad de todos, un espacio donde todos sienten tener injerencia más no responsabilidad.

A todos de alguna forma nos place opinar acerca de lo que nos afecta o no, ante un buen café todo puede ser un tema de opinión, un momento en el que somos presidentes de países, directores técnicos deportivos, artistas, curas y todo lo que se nos ocurra, donde opinar es sencillo porque en este caso la responsabilidad en las decisiones es del otro.

Pero en las empresas y de manera especial en las empresas con marca de familia, sólo deberán opinar quienes en última instancia sean responsables de las decisiones que se involucran en su cargo o en su papel corporativo.

Pueden y deben opinar quienes responsablemente pueden asumir las consecuencias de lo que dicen y hacen, siempre y cuando se conserve el respeto por la posición y el momento en el que se opina.

Incluso es aquí importante abordar la posición de algunos miembros de la familia, personas que ocultan su incapacidad o su temor a la responsabilidad de su intervención, en una supuesta neutralidad que descarga toda responsabilidad en los que si lo hacen por todos.

En ocasiones es un deber y una responsabilidad opinar, es una forma de compartir todo lo que representa la empresa, lo bueno y lo difícil.

Ahora bien, sabemos igualmente que no todos deben opinar, es más, existirán quienes no pueden opinar, por el bien de la empresa y de la familia.

No deben opinar quienes por su posición emocional o por conflicto de intereses lo hacen, cónyuges, novias y novios, amigos cercanos, vecinos y una importante lista de personas que al final de cuentas pueden aportar más problemas que soluciones con sus opiniones o sus sarcásticas insinuaciones.

De los que opinan sin intervenir, que nos libre el cielo, porque son justamente quienes envían a la familia a la pelea y se hacen a un lado; nunca asumen las consecuencias de sus intervenciones pero disfrutan morbosamente de presenciar las discusiones y los encontrones que desenfocan los objetivos y deterioran las relaciones familiares.

Es bien importante entonces asumir posiciones muy claras entre la familia empresaria, tal que se limiten los temas de conversación con quienes puedan disparar crisis internas o con quienes por conflicto de intereses directos o indirectos puedan influir en la autonomía del equipo familiar.

Las opiniones que siembran conflictos, que despiertan suspicacias o que reproponen posiciones ante las decisiones del grupo familiar, deben ser cuidadosamente sacadas a un lado para evitar desacuerdos y costosas luchas.

 

J. Arturo Londoño F. En su obra EMPRESAS DE FAMILIA
CAPÍTULO 16 CUANDO TODOS OPINAN (fragmento)